Escuchar tu voz interior

Escuchar tu voz interior

Han pasado varios meses desde que me replegué sobre mí misma, junto a mi familia felina y canina para doler el tránsito de mis amadas gatas. Dejé de escribir en el blog y apenas he compartido nada en redes sociales pero, alineada con mi sentir, era y sigue siendo necesario.

En mayo de 2018, de forma repentina, Berta enfermó y en menos de una semana regresó a Casa. Berta era una gatita joven, 10 años, sana. Siempre había sido una gata fuerte físicamente aunque muy tierna y sensible emocionalmente, como su hermana Pochola. Un desequilibrio severo del páncreas que provocó dos derrames biliares fue el proceso físico elegido para soltar su cuerpo.

Estos procesos tan rápidos, sin previo aviso, son devastadores para nosotros los cuidadores pero cada Ser elige aquel tránsito que es mejor para su Proceso.

Aún nos encontrábamos experimentando su duelo cuando, tres meses después, a mediados de septiembre, su hermana Pochola enfermó y tras dos meses preparando su partida, el 8 de noviembre de 2018 volvió a Casa junto a Berta. Su amada Berta… Exactamente dos semanas después, el 23 de noviembre, lo hacía también Shizuka. El sentimiento de vacío por mucho que me hubiese preparado y por mucha conciencia que intentaba poner al proceso, no puedo describirlo. El dolor profundo. Intenso. Tres de mis amados Compañeros, mis grandes Maestros, mis Hermanos…mis Hijos, volvían a Casa sin apenas tener tiempo para aprehender y procesar lo ocurrido. Mi familia felina y yo dolíamos y nos reajustábamos a la ausencia no sólo física, de las tres «niñas». La asistencia Luminosa y Amorosa de quien Pochola llama «papá» y de mi Hermana, ha sido y sigue siendo, la mayor Bendición y soporte en este duelo. Sin vosotros, todo habría sido muy distinto. El Amor y la Luz recibidas siempre las llevaremos, Ellas y yo, en nuestros Corazones como un inmenso tesoro.

Entonces, los Lobos comenzaron a aparecer en mis sueños, en mis meditaciones. Mucho tiempo antes y sólo por una vez, vinieron a mi encuentro. Sin duda, ya nada era igual y yo tampoco era la misma Marina tras la partida de mis amadas gatas. Nada era igual ni podía ser igual porque en la vida todo está en constante movimiento y aunque a veces nos neguemos a ello, crecemos, evolucionamos y enfrentamos nuestros más profundos miedos y temores cuando llega el Momento.

La Medicina del Lobo empodera al Maestro interior para que salga. Los Lobos me recordaron que sólo en silencio podría escuchar las enseñanzas y los mensajes que mis gatas me dejaron. Era necesario integrar sus Mensajes pues la Maestría sólo puede ser alcanzada a través de la experiencia. Sólo en el silencio, alejada de los demás, del ruido y del bullicio del día a día, podría escuchar mi propia voz. Lo que se siente en las tripas. Me mostraron, como lo hicieron mis Compañeras, que caminar en círculos había dejado de ser la manera de enfrentarme a la vida cuando esta me ponía al borde del precipicio. Ellos me recordaron la necesidad de ser fiel a mi sentir porque sólo así la vida puede ser vivida como lo que es, un maravilloso Regalo. Pero ante el Consejo de los Lobos más sabios y ancianos de la manada también hubo llamadas de atención y miradas a los ojos que me hicieron inclinar la cabeza. Quien no se respeta y se ama, quien duda de sí mismo y de la vida, quien actúa en contra de su sentir sumiéndose así en la des-gracia es porque hace tiempo se alejó de su Esencia y su Misión de vida y en ese desviarse del Camino, otros Seres esperan que vuelvas al Sendero para poder continuar experimentando juntos.

Bendita Voz interior.


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